Tacho de basura lleno de descartables parece ya ser una escena típica del fin de una fiesta. Los descartables, cuya historia acompañó el desarrollo de la sociedad de consumo actual, parecen ser prácticos e inofensivos. La principal justificación para su uso se encuentra en la punta de la lengua: evitar el esfuerzo del lavado de miles de vasos reduciendo el consumo de agua en la limpieza, principalmente cuando el asunto son grandes fiestas.
Sin embargo, la buena fama del vaso descartable no resiste a las corrientes actuales que divulgan el consumo consciente. Buscando una reflexión más profunda, los jóvenes de la Campaña de la Juventud por la Paz, que organizan los Festivales, se encontraron con dos cuestionamientos:
“¿De dónde vienen los vasos descartables?”
“¿Hacia dónde van los vasos descartables?”
El vaso blanco descartable, comercializado en casas de cotillones y supermercados, es producido a partir del petróleo: su materia prima es el polietileno. Para su producción, el gasto de agua es mayor de que el probable gasto con el lavado de vasos: consumiendo cerca de 500 mililitros en el proceso de producción, mientras que el lavado de un vaso en la pileta utiliza cerca de 400 mililitros de agua.
Pero los impactos provocados por el vaso descartable no se restringen tan solo a su producción. Los vasos descartables demoran mucho tiempo en descomponerse y, en muchos casos, superan los 300 años para la completa descomposición del material. Los vasos descartables utilizados en el aniversario de un año de su hijo, muchas y muchas generaciones después, aún estarán en la naturaleza para contar historia.
Cargado por el desagüe de las ciudades, gran parte del plástico utilizado va a parar a los océanos, provocando innumerables problemas a la vida marina. Mamíferos marinos, tortugas y otros animales confunden piezas plásticas con alimento, ingiriendo pedazos de nuestra basura urbana y acumulando afecciones en su salud. Además de esto, pequeñas partículas de plástico –denominadas microplástico– son uno de los principales contaminantes de los mares, acumulándose a lo largo de la cadena marina, aniquilando lentamente la vida en los océanos.
Como guardianes del Planeta, la responsabilidad ambiental está entre los principios de la Campaña de la Juventud por la Paz. Solo a través de una conducta consciente, coherente con las instrucciones recibidas, es posible el crecimiento que proporciona la unión de cada ser con estados de paz y con la esencia de la Naturaleza.
Buscando soluciones a los problemas de los descartables aquí ilustrados, los jóvenes de la Campaña de la Juventud por la Paz encontraron un camino: los vasos ecológicos del festival. Colmando aún más al festival de colores. Los coloridos vasos dejaron un mensaje de responsabilidad ambiental y de consciencia limpia: ¡que el amor actúe primero en todo!
